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¡Desperta ferro! La lucha de los almogávares

¡Desperta ferro! La lucha de los almogávares

Aun cuando se desconoce el origen exacto de los almogávares, sabemos que se trataba de un grupo de hombres -catalanes y aragoneses- organizados militarmente que ofrecían sus servicios a cambio de importantes recompensas. Su ferocidad, bravura y crueldad en el campo de batalla están presentes en todas las descripciones que se hacen de ellos, pero el secreto de su éxito era la gran habilidad, versatilidad y rapidez para adaptarse a los cambios en la lucha y al desarrollo de la batalla.

¿Almogávar?

La denominación “Almogávar” tiene su origen en la palabra árabe “Al-mugawir”, que quiere decir “penetrar en territorio enemigo”. Esta palabra sirvió para designar, de manera genérica, todas aquellas tropas que, como una guerrilla, saqueaban un territorio enemigo mediante incursiones veloces.
La lucha de los almogávares. Dibujo de Oriol Massana.
Roger de Flor. Dibujo de Oriol Massana.

Roger de Flor

Roger de Flor (1262-1305), aventurero y militar, fue el líder más famoso de los almogávares.
Roger fue admitido en la orden militar del Templo para luchar en las cruzadas. Abandonó los templarios y se puso al servicio de Federico III como corsario. Capturó varios barcos y pasó a formar parte de la Compañía de los almogávares.
En 1303, después de conseguir la conquista de Sicilia, Roger de Flor ofreció su ayuda al emperador griego Andrónico II, entonces amenazado por los turcos. Éste la aceptó y lo nombró mega duque del Imperio. Las tropas de los almogávares acabaron con los turcos y Roger de Flor fue nombrado césar del Imperio por Andrónico II.
El poder que había conseguido en Bizantino suscitó el recelo del hijo del emperador (Miguel IX). En un banquete en Andrinópolis, Miguel lo hizo asesinar junto con su escolta por tropas alanas. Este fue el inicio de la Venganza Catalana.

Las luchas almogávares

La primera gran gesta almogávar conocida fecha del siglo XIII con la Reconquista, dónde el ejército colaboró con Jaime I con la finalidad de expandir el territorio catalán-aragonés hacia el sur.
Ya en el siglo siguiente, concretamente en verano de 1302, la Gran Compañía de los Almogávares intervino en favor del emperador bizantino Andrónic y neutralizó la inminente amenaza turca que sitiaba sus dominios. El líder de la compañía, Roger de Flor, exigió una altísima recompensa (entre otras cosas, casarse con la sobrina del emperador para lograr el cargo de mega duque del imperio Romano de Oriente), de acuerdo con lo que ellos creían que merecían.
El triunfo almogávar fue agobiante: expulsaron de Anatolia y de Asia Menor a todos los turcos y, además, sorprendieron con grandes hitos como la liberación de la ciudad de Filadelfia. Aquí, los 1.500 caballeros y 4.000 soldados almogávares a los gritos de Despierta “Hierro” y Sant “Jordi” eliminaron 7.000 turcos (de un total de 18.000), mientras los catalanes sólo registraron 180 bajas.

Ramon Muntaner. Dibujo de Oriol Massana Ramon Muntaner

Ramon Muntaner (1265-1336), cronista y militar catalán, acompañó a los almogávares en la expedición a Oriente en 1303 y tomó parte en las campañas catalanas en Asia Menor y en Tracia. Además, fue capitán y administrador en Galípolis.
El papel que desarrolló Muntaner lo convierte en un testigo de excepción. Gracias a él contamos hoy en día con la única fuente que explica la expedición catalán-aragonesa a Oriente.
El relato sobre la expedición almogávar forma parte de la Crónica, una brillante narración casi periodística que explica la historia de los Países Catalanes desde el reinado de Jaime I hasta la coronación de Alfonso el Benigno (1327). El estilo personal y emotivo, la prosa fluida y viva, y el uso de la lengua rica y coloquial, convierten la obra de Muntaner en una de las más atractivas de la literatura catalana.

La conspiración contra la Compañía

Entrada de Roger de Flor en Constantinopla, José Moreno Carbonero, 1888 El emperador Andrónico, que nunca confió en los Almogávares, decidió tomar cartas en el asunto. Orquestó un plan para engañarlos y dividirlos. Su hijo, Miguel Paleólogo, reclamó el 5 de abril de 1305 la presencia de Roger de Flor en Adrianópolis para, en teoría, rendirle homenaje. Mientras tanto, la Compañía se estacionó en Galípoli. Durante el banquete, Roger de Flor y sus oficiales fueron asesinados. A continuación, las tropas almogávares también toparon con las armas del ejército bizantino. Pese al ataque a traición, y por mayor sorpresa de los bizantinos, la contraofensiva de la Compañía fue efectiva y derrotaron a los traidores.
La respuesta no se hizo esperar, los almogávares arrasaron Tracia hasta llegar a Macedonia. La sed de venganza almogávar no dejó ni un rastro de vida por dónde pasaron. Es más, hasta la actualidad, mediante la memoria colectiva, han llegado expresiones como “Así te coja la venganza catalana”, “Ni un catalán haría tal cosa” o “¡Qué catalán!” para subrayar el salvajismo y brutalidad de una acción.
Después de imponerse sobre Berenguer de Entença, Bernat de Rocafort fue elegido el nuevo caudillo. Su tiranía, hizo que, pasado un tiempo, se agotara la paciencia de los Almogávares y decidieran entregarlo al enemigo.
A partir de aquel momento, sin un líder evidente, la Compañía se rigió por el “Consejo de los doce”. Mientras tanto, las ofertas de trabajo no dejaron de llegar.

Berenguer de Entença por Oriol MassanaEntença

Berenguer de Entença (?-1307), cuñado de Roger de Llúria, fue un noble y militar catalán que luchó a las órdenes de Jaime II.
Como representante de Jaime II, dirigió una fuerza expedicionaria que se incorporó a la Compañía Catalana de Roger de Flor (1304) para ayudar al emperador bizantino contra los turcos.
Era un guerrero muy bien considerado entre los almogávares, motivo por el cual Roger de Flor le dio el título de Megaduque tras derrotar los turcos.
Cuando Roger de Flor murió, Entença logró el mando de la Compañía Catalana y declaró la guerra al Imperio de Andrónico iniciando la célebre Venganza Catalana. En esta guerra, Entença fue capturado, aun cuando gracias a las gestiones de Jaime II fue liberado al poco tiempo.
En su ausencia, sin embargo, Rocafort logró el liderazgo de la Compañía y Entença se vio relegado a un segundo término. Las disputas entre Rocafort y Entença fueron continuas y acabaron con la muerte del segundo a manos de uno de los hermanos de Rocafort el 1307.

Los Almogávares contra la alianza europea

Unos años más tarde, los Almogávares se introdujeron en Tesalia, un territorio en manos de los Francos desde la 4ª cruzada, y fueron contratados por Gautier de Brienne, duque de Atenas, para repeler a los griegos. Nuevamente, la Compañía resolvió la batalla brillantemente pero, en terminarla, los Almogávares descubrieron que no sólo no los querían pagar, sino que los expulsaban de Atenas.
Las presiones de la alianza Venecia-Constantinopla sumadas al deseo de Gautier de Brienne de poner fin a la Compañía que iba camino de convertirse en una leyenda reunieron lo mejor de lo mejor de la caballería europea. Los años 1311, con el único objetivo de aplastar a los Almogávares, se enfrentaron 3.000 caballeros acompañados de 12.000 soldados de infantería armados de la mejor manera posible en la época. Contra todo pronóstico, y por insólito que nos pueda parecer, los grandes caballeros europeos no pudieron ganar a los Almogávares. Aquel enfrentamiento ha pasado a la historia como la mítica batalla de Cefís.

Tropas almogávares al servicio de Jaume I (detalle de un mural de finales del siglo XIII) El estancamiento almogávar en Grecia

La derrota supuso el fin de la dominación franca en Grecia y, lo más curioso de todo, el establecimiento durante tres generaciones en aquellos territorios (ducados de Atenas y Neopatria) de la Gran Compañía Catalana. Los catalanes impusieron las leyes imperantes en la Corona de Aragón e instituyeron el catalán como lengua oficial.
Lejos de ser sólo un ejército, los almogávares constituyeron un organismo vivo que evolucionó y se supo adaptar a diferentes situaciones.

El declive

La falta de una estrategia política coherente y las conspiraciones de algunas familias locales hicieron retroceder el dominio catalán-aragonés. Por otra parte, los antiguos enemigos de los catalanes no olvidaban; las acciones de genoveses, servios, albaneses, franceses o florentinos menguaron el poder almogávar hasta que, finalmente, en 1390, como consecuencia de un asedio de quince meses, los Almogávares perdieron las pocas posesiones que les quedaban en Oriente.

Bernat de Rocafort por Oriol MassanaRocafort

Bernat de Rocafort (?-1309) fue un caudillo almogávar de origen catalán.
En 1282 participó en la campaña de Sicilia y en 1304 condujo una hueste a Asia menor, dónde pasó a formar parte de la campaña de Roger de Flor. Por el valor demostrado en el campo de batalla, Roger de Flor lo nombró senescal y le prometió con su hija.
Tras la muerte de Roger y del encarcelamiento de Entença, Rocafort se convertió en el líder de la Compañía Catalana. Cuando Entença volvió, se rompió la unidad militar: Rocafort no quiso reconocer el liderazgo de Entença y gran parte del ejército almogávar apoyó a Rocafort.
Con el tiempo, Rocafort se convirtió en un líder ambicioso y tirano que antepuso la ambición personal a los objetivos políticos y económicos de la expedición. Pretendió reinar en Salónica y se puso al servicio de Carlos de Valois y de Gautier de Brienne, duque de Atenas. Sus propios hombres lo entregaron a Robert de Nápoles, un antiguo enemigo, que lo encerró en el castillo de Aversa, dónde murió de hambre.

Los tracios, la civilización en la sombra

Soldados tracios en combate

¿Quiénes fueron los tracios? ¿Dónde desarrollaron su cultura? ¿Qué relevancia tuvieron en la historia antigua? Pese a que aún hay escasas evidencias que expliquen como se comportaban y vivían los tracios, los grandes descubrimientos de las últimas décadas nos permiten adentrarnos un poco más en esta civilización desconocida para muchos, pero que ya mencionaron Homero y Herodoto en sus escritos.

Orígenes y territorio

Mapa de la ubicación de tumbas traciasLos tracios no constituían un pueblo homogéneo. La idea más generalizada es que esta civilización la formaban un conjunto de tribus guerreras organizadas en pequeños reinos independientes, que mantuvieron esta organización tribal durante largo tiempo.
Su origen se sitúa alrededor del segundo milenio antes de nuestra era, en los inicios de la Edad del Bronce. Ocupaban el sureste de la Península de los Balcanes, entre el Asia Menor y la Europa Central. Sus límites variaron a lo largo de los siglos, pero no fue hasta que el territorio se anexionó al Imperio Romano (46 dC) que se constituyó la provincia de Tracia. Por primera vez, se configuraba una región tracia bien definida territorial y políticamente, que se mantendría hasta nuestros días. Actualmente, Tracia forma parte del norte de Grecia, la Turquía europea y gran parte de Bulgaria.

¿Qué nos dice la arqueología?

Excavación arqueológica. Fotografía de www.grapesunlimited.comHay escasas evidencias que expliquen detalladamente la forma de vida y costumbres de esta civilización, pero los restos que se han encontrado permiten construir una idea aproximada de quién fueron y cómo se comportaron los tracios. El legado más conocido y más recientemente estudiado es el llamado “oro de los tracios”, formado por grandes tesoros reales del siglo V-IV aC (el de Panaguiurisxte es el más espectacular). Estos tesoros fueron descubiertos por investigadores que trabajan desde 1983 en el sureste de Bulgaria. Una gran cantidad de objetos de oro forman parte de estos incalculables tesoros. Las piezas sorprenden por su apurada técnica en la decoración de ajuares, y también, por el complejo diseño de joyas y adornos.
Tumba tracia con esqueleto. Fotografía de www.grapesunlimited.comEl hallazgo más interesante ha sido muy reciente: una corona de laureles de oro en el interior de la tumba de un rey tracio, de más de 2.400 años de antigüedad. La riqueza de la corona, junto con la escena de coronación que muestra el anillo del difunto, indican que se trata efectivamente de un rey. El resto de ajuares que la acompañan refuerzan esta afirmación. Al lado de estos descubrimientos también destacan las tumbas de Katanlak y Sueshtari, por sus pinturas e iconografía, además de la ciudad excavada de Seuthópolis.

La mayoría de datos que han llegado hasta nosotros muestran una cultura con clara influencia griega en todos los aspectos


Mitos y creencias

Hay numerosos mitos que involucran a la civilización tracia, como ocurre con otras culturas de la antigüedad. El más destacado es el de Orfeo, poeta de origen tracio, protagonista de diversas historias que después se incorporaron al panteón griego. Dios es como Bóreas o Ares también proceden de la religión tracia. La lectura de los hallazgos arqueológicos indica que creían en la inmortalidad del alma y la vida de ultratumba, de forma similar a los egipcios. Por ello, los difuntos se acompañaban de ricos ajuares, que tenían que servirlos para la nueva vida que llevarían a partir de aquel momento.
Los tracios formaban una sociedad polígama de hábiles jinetes guerreros: cuando un guerrero tracio moría, sacrificaban y enterraban con el difunto a su mujer favorita y a su caballo

Kirk Douglas como Espartaco
  • Espartaco, líder de la revuelta de esclavos contra el Imperio Romano, era de origen tracio

  • La denominación de “tracios” fue dada por los griegos, que los veían como bárbaros por su naturaleza guerrera.


  • ¿Qué nos dicen las fuentes escritas?

    Los datos de que disponemos son imprecisos y remotos en el tiempo, pero muy relevantes por su contenido y autoría. Homero, en la Ilíada y la Odisea, menciona a los tracios como los aliados de Príamo en la guerra de Troya (1200 aC). Hesíodo, en sus crónicas del siglo V aC, los describe como “el pueblo más numeroso del mundo después de los hindúes”, y también como “salvajes guerreros sedientos de sangre”. Estas fuentes, entre otras, han motivado a diversos historiadores y arqueólogos a buscar evidencias que confirmasen aquello que en la antigüedad se decía de los tracios. Pero su relevancia y el creciente interés por su cultura no provienen del hecho de ser mencionados en los textos antiguos, sino de los grandes hallazgos que se han realizado en Bulgaria en los últimos años.

    Las inscripciones en tumbas y piezas de cerámica indican que utilizaban una lengua de ascendencia indoeuropea

    Vía: Eureka

    Jesús no nació el 25 de diciembre

    Jesús recién nacido

    No sabemos exactamente cuándo nació Jesús, pero sabemos que no fue el 25 de diciembre. Entonces, ¿por qué celebramos la Navidad ese día? ¿Y cuándo pudo haber nacido realmente según las fuentes escritas?

    Algunos estudiosos arguyen que Jesús pudo nacer en realidad entre marzo y abril, o en definitiva, a inicios de la primavera. Estos argumentos se basan en la referencia bíblica de Lucas de la falta de sitio en la posada y en la presencia de pastores vigilantes de sus manadas:
    “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño” (Lucas, 2. 1-8).

    Lo primero puede comprenderse si pensamos que fue una fecha muy próxima a la Pascua Judía y el pueblo se dirigía a las ciudades para celebrarla (aunque también es cierto que la población acudía a las ciudades para cumplir con la voluntad del emperador respecto al censo). La explicación buscada para el último versículo citado, el de los pastores, trata de una cuestión meteorológica y ganadera. Es evidente que es costosísimo dormir al raso en invierno y por otra parte sólo se sacaban los rebaños en los meses primaverales, en los cuales, además, los rebaños parían. En invierno siempre estarían protegidos.

    Fuera cuando fuera que nació Jesús, lo que se sabe con seguridad es que no nació el 25 de diciembre. Entonces, ¿por qué celebramos la Navidad ese día?


    Curiosamente ese día no tiene ninguna relación con Jesús ni con otro motivo religioso: era la fecha en la que se hacía una celebración pagana en conmemoración del solsticio del invierno. Después del solsticio de invierno los días más oscuros han pasado, se empiezan a notar los días más largos, la temperatura deja de ser tan fría en pocas semanas y el campo comienza a prepararse para dar sus frutos. Este renacimiento del Sol siempre ha sido celebrado por distintas culturas desde tiempos inmemoriales y está asociado al nacimiento de dioses como Horus (Egipto), Dionisio (Grecia), Baco (Roma), Mitra (India) o Buda (Oriente).
    Parece que hacia los años 352-366 d.C. se comenzó a imponer la celebración de la Natividad en la noche del día veinticuatro al veinticinco de diciembre. Anteriormente algunas culturas la celebraban entre el seis (armenios) y el ocho de enero (egipcios y griegos, fundamentalmente). La Iglesia, en lugar de reprimir las fiestas paganas, decidió absorberlas y reconvertirlas. De esta forma, a mediados del siglo IV d.C. los monjes griegos San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianceno fueron los influyentes personajes que hicieron posible que la Navidad la celebremos hoy el día veinticinco. En España venimos celebrando la Navidad en esta fecha desde el año 380 d.C., después de ser aprobado en el Concilio de Zaragoza. Hoy en día la celebración de la Navidad se realiza simultáneamente en casi todo el mundo cristiano, a excepción de los armenios que siguen celebrándola el seis de enero.
    Vía: Eureka

    La maldición del faraón Tutankamon

    La maldición del faraón Tutankamon

    George E.S.M. Herbert, conde de Carnarvon, murió de una enfermedad de causas desconocidas el 6 d'abril de 1923, meses después de adentrarse en la tumba de Tutankamon. Fue víctima de una neumonía bilateral, seguida de síntomas que incluían fatiga, dolor de cabeza, insuficiencia respiratoria, adenopatías... Otros miembros del equipo que participaron en la apertura de la tumba también murieron poco después, afectados de enfermedades no aclaradas. Inmediatamente, esto hizo pensar en una maldición. ¿Cómo explicarlo, sino?
    En Egipto, el negocio de saqueador de tumbas ha sido muy bien remunerado desde tiempos antiguos. Por ese motivo, los últimos faraones del Imperio Egipcio dejaron de ser enterrados en grandes sepulcros monumentales a la vista de todo el mundo, e hicieron sepultarse en tumbas secretas subterráneas, denominadas hipogeos. Así nació el Valle de los Reyes, en un intento de camuflar las tumbas y, sobre todo, sus entradas. Pero ni así: los arqueólogos modernos no encontraron casi ninguna tumba sin profanar y saquear. Aún así, el sepulcro de Tutankamon permaneció prácticamente intacto porque el joven faraón fue enterrado apresuradamente en un hipogeo improvisado sobre el cual, pocos años después, se construyeron las cabañas de los obreros que trabajaron en la preparación de la tumba de Ramsés VI. Así, la tumba permaneció intacta; pero los más supersticiosos atribuyeron la preservación a una maldición faraónica: las muertes de los excavadores que encontraron la tumba bien parecían confirmarlo...
    Tumba de Tutankamon, descubierta a principios del siglo XX en el Valle de los Reyes, en el borde occidental del río Nilo.
    En 1955, en Sudáfrica, el médico epidemiólogo británico Geoffrey Dean contactó con un geólogo de Rhodesia (hoy Zimbabwe), que estudiaba la posibilidad de emplear como adobo los grandes depósitos de guano (excrementos) de los murciélagos. Cinco semanas antes había entrado en las cuevas de la reserva natural de Urungwe y desde entonces había desarrollado una grave neumonía bilateral. El Dr. Dean fue informado también de que treinta años antes dos soldados habían desafiado una "'m ‘tagati", maldición que caía sobre cualquier persona que entrara a las cuevas sin ser "njanga", es decir, brujo. El ritual de iniciación de los aspirantes a brujo consistía precisamente en entrar en las cuevas y pasar un cierto tiempo. Muchos aspirantes morían misteriosamente, pero a los supervivientes se les reconocían poderes mágicos y capacidad de curación. Y era probado que nunca jamás volvían a enfermar por causa de la "'m ‘tagati".
    Dean también recogió información sobre una expedición espeleológica a Transvaal, Sudáfrica, en la cual algunos exploradores habían muerto a causa de una misteriosa enfermedad que cursaba como una neumonía y que fue denominada "mal de las cuevas" por el médico que la diagnosticó. ¿Qué había en común en todos estos casos de neumonía, incluidos los relacionados con la famosa maldición de Tutankamon? Era evidente, pero nadie había caído en ello: montones de excrementos de murciélagos.
    Sobre el guano seco de murciélago crece un hongo oportunista cuyas esporas son las verdaderas causantes de las misteriosas neumonías: Histoplasma capsulatum. Este hongo, propio sobre todo de países cálidos, crece sobre suelos polvorientos dónde hay excrementos de gallinas, palomas, estorninos o murciélagos. La enfermedad, histoplasmosis, se contrae por inhalación de polvo que contenga esporas del hongo y cursa en forma de neumonías potencialmente letales; a través del torrente circulatorio, puede afectar también a otros órganos, como el hígado, y producir trastornos funcionales y metabólicos. La enfermedad se manifiesta con tos, dolor torácico, insuficiencia respiratoria, temblores y fatiga, es decir la misteriosa sintomatología que acompañó a lord Carnarvon hasta la muerte. En su forma más leve, y más frecuente, la histoplasmosis es benigna e inmuniza al enfermo, tal y como comprobaron los aprendices de brujo de Urungwe.
    Howard Carter
    Así que, tal y como el Dr. Dean estableció, fue una histoplasmosis, y no una misteriosa maldición de ultratumba ni tampoco ningún "'m ‘tagati" de hechicero, el asesino de egiptólogos y espeleólogos. Una histoplasmosis asociada a los excrementos de los murciélagos cavernícolas. Es más lógico. ¿Y por qué no igual de fascinante?
    Howard Carter i Lord Carnarvon tras el descubrimiento de la tumba de Tutankamon. Máscara funeraria de Tutankamon.
    Via: Eureka

    Elefantes: ¿Son todos los elefantes iguales?

    Elefantes. Los colosos terrestres

    Enormes y majestuosos, los elefantes son los animales más grandes que caminan sobre la tierra en la actualidad. ¿Cuántas especies de elefantes hay? ¿Cómo se comportan? He aquí algunas curiosidades de estos increíbles animales…

    Elefantes asiáticos y africanos: las 7 diferencias

    A pesar de su enorme (nunca mejor dicho) parecido, el elefante africano y el elefante asiático son especies diferentes. Muy cercanas, eso sí, pero... ¿sabrías distinguirlos?

    Asiáticos

    Elefante asiático
    1. Los elefantes asiáticos son algo más pequeños con 2 m de altura y unos 6 m de largo.
    2. El elefante asiático tiene las orejas más pequeñas y redondeadas.
    3. La trompa del asiático presenta un solo lóbulo en el extremo superior.
    4. No todos los elefantes asiáticos presentan colmillos: éstos son largos y de tamaño considerable en la mayoría de los machos, pero las hembras con frecuencia carecen de ellos.
    5. El elefante asiático tiene 5 dedos en los pies de las patas delanteras y 4 en los de las patas traseras.
    6. El elefante asiático tiene la cola proporcionalmente más larga que el africano.
    7. El lomo del asiático tiene forma de arco, con el punto más alto en el centro de la espalda.

    Africanos

    Elefante africano
    1. Los elefantes africanos son más grandes. Con sus 3,5 m de altura por 7 m de largo, son de hecho los mamíferos terrestres más grandes que existen en la actualidad.
    2. El africano, tiene las orejas más grandes y caen sobre sus hombros. Dicen que su forma recuerda a la del continente africano.
    3. El africano presenta 2 lóbulos en la trompa (uno arriba y otro abajo).
    4. Tanto los machos como las hembras de la especie africana tienen colmillos.
    5. El africano puede tener 4 ó 5 dedos en las patas delanteras y 3 en las traseras.
    6. El elefante africano tiene la cola proporcionalmente más corta que el asiático.
    7. El perfil del lomo del africano en cambio, tiene el punto más alto esta en los hombros, además, su frente es mas suave y menos abombada.

    ¿Pero cuántas especies de elefantes hay?

    Hasta hace poco se creía que sólo existían dos especies de elefante: los elefantes africanos y los elefantes asiáticos; sin embargo, esto ha cambiado recientemente...
    Desde siempre, los elefantes asiáticos se han considerado como una sola especie llamada Elephas maximus pero con tres grupos diferentes o subespecies: los índios (los más conocidos), los de Sumatra (sólo quedan unos 3.000 individuos), y los de Sri-Lanka (sólo quedan unos 3.300 individuos).
    Por otro lado, hasta hace 4 años, se creía que todos los elefantes africanos pertenecían a la misma especie: Loxodonta africana. Sin embargo, unos estudios genéticos recientes llevados a cabo por especialistas determinaron que un grupo de elefantes africanos es diferente del resto. Estos elefantes se mueven en zonas boscosas y ya anteriormente se les había llamado elefantes de bosque para diferenciarlos de los elefantes de sabana. Son un poco más pequeños y el marfil de sus colmillos tiene un tono rosado que no aparece en los otros elefantes africanos. Las diferencias genéticas entre los elefantes de bosque y los elefantes de sabana son tan grandes que considerarlos de la misma especie sería como hacer lo propio con caballos y zebras. Por eso, se decidió separarlos en una nueva especie de elefante llamada Loxodonta cyclotis.
    Así pues en la actualidad existen tres especies de elefantes, 2 en África y 1 en Ásia, aunque la especie asiática está formada por 3 subespecies (la india, la de Sumatra y la de Sri-lanka). ¡Vaya lío!

    ¡Qué trompa!

    La trompa es sin duda el rasgo más característico de este animal. Es un órgano flexible y poderoso, formado por puro músculo y sin huesos. Para que nos hagamos una idea, está formada por la fusión y elongación de la nariz y el labio superior. En su extremo está rematada por uno o dos lóbulos.
    Los elefantes sacan mucho partido a su trompa: la pueden usar a modo de mano para acercarse agua y comida a la boca (algo muy útil teniendo en cuenta la envergadura de estos animales y su relativa dificultad de movimiento), para oler o para darse baños de agua y polvo.
    Pero quizás el uso más sorprendente sea la comunicación con otros elefantes, no sólo acústicamente sino también por gesticulación. Así, la trompa levantada quiere decir que el individuo está en estado de alerta, mientras que la trompa contra el pecho significa predisposición a atacar ante un peligro inminente. Haciendo alarde de un carácter algo menos violento, también pueden mostrar sumisión tocándose la oreja, o apaciguamiento poniendo en contacto la trompa con los labios de otro elefante.
    Primer plano de un elefante. © Bosse Küllenberg.

    Los enemigos de los elefantes

    Seguro que nos preguntamos ¿quién puede desafiar a un animal tan grande? Efectivamente, los individuos adultos carecen de depredadores naturales gracias a su gran tamaño. Sin embargo las crías son vulnerables a los ataques de leones, leopardos, cocodrilos y más raramente, hienas. De entre todos los animales, los elefantes africanos tienen especial aversión a los rinocerontes, hasta el punto de que los atacan nada más verlos.
    Pero una de las mayores amenazas para los elefantes somos los humanos. En Asia, la deforestación y la trepidante industrialización de sus países está acabando con el hábitat natural de los elefantes. Éstos se ven obligados a acabar en las ciudades, donde corren el peligro de ser atropellados. Desafortunadamente no ha sido mejor la suerte del elefante africano.
    El hombre ha perseguido al elefante africano desde la antigüedad, tanto por su carne como por sus valiosos colmillos. Esta caza se disparó en los siglos XIX y XX, cuando apareció además la caza por deporte cada vez más demandada por las élites norteamericanas y europeas. Asimismo, la conversión de grandes extensiones de selva y sabana en plantaciones destruyó gran parte de su hábitat.
    En 1989 se prohibió la caza del elefante africano y el tráfico de marfil, después de que la población se viera reducida a menos de la mitad durante la década de los 80. A pesar de lo logrado, el elefante africano se considera hoy en día una especie en peligro de extinción.
    Cabeza de elefante

    Mitos y realidades sobre los elefantes

    A pesar de su aspecto grotesco y bruto se dice que los elefantes son animales muy sociables y extremadamente inteligentes. Los estudios acerca de su comportamiento han demostrado que estos animales presentan rasgos muy característicos de su especie y en ocasiones, parecidos emocionales a la nuestra.
    Por ejemplo, tienen sentido de la familia, de la muerte, de la amistad y de la lealtad. Saben lo que es un cadáver de su especie y parecen tratarlo con respeto cuando encuentran uno durante sus viajes; son capaces de reconocer y llorar por los restos mortales de alguno de sus familiares. Y sí, parece que su capacidad de recuerdo llega incluso a superar la nuestra. De ahí lo de “tener memoria de elefante”.
    ¿Y qué hay de los cementerios de elefantes? ¿Existen realmente? Durante el siglo XIX, con la llegada de los europeos a África, se encontraron conjuntos de restos mortales de elefantes. Fueron muchos los exploradores que recorrieron incansablemente el continente africano, que arriesgaron su vida y su dinero en expediciones destinadas a encontrar estos famosos cementerios, repletos de marfil, impulsados por la esperanza de hacer fortuna.
    Elefantes. © Luc Sesselle.
    Este hecho ayudó sin duda a fortalecer el mito. Pero no se puede decir que todos estos animales se dirigieran allí de forma consciente, a morir en paz. La disciplina científica que explora el comportamiento de los animales (la etología), corre el peligro de intentar “humanizar” muchos de estos comportamientos.
    Pero la explicación es mucho más biológica. Podría ser que, ante una sequía muy grande, una manada entera fuera incapaz de seguir su camino hacia lugares menos áridos y muriera de hambre. Pero el fin del mito llegó en el siglo XX, cuando se constató que los elefantes más viejos tienden a padecer caries en los colmillos. Enloquecidos por el dolor buscan instintivamente depósitos de barro y agua para calmar su dolor. Como los manantiales de agua son escasos en África, los animales acaban en los mismos lugares… donde yacen y mueren.
    Elefantes. © Ryan Arya.
    Via: Eureka

    La organización social en los grupos primitivos


    Imagen decorativa de introducción al artículo
    A lo largo de todos los tiempos, los hombres de las sociedades prehistóricas o primitivas (sin escritura) se han organizado de muy diversos modos. Existen dos grandes teorías para explicar el porqué de esta variedad.

    Teorías en conflicto

    Sociedades primitivas. Imagen: South Pacific Tourism Organisation La primera, defendida por antropólogos como A. Gilman o C. Tilley, supone que los primeros estados aparecieron por una saturación de las agrupaciones primitivas igualitarias. Estos estados, enclavados en zonas geográficamente limitadas (valles entre montañas, por ejemplo), no pudieron compensar el aumento de su población mediante un aumento de la producción de alimentos. Esto produjo una importante crisis que obligó a controlar la producción mediante un complejo sistema de alianzas cuya cúspide coronaba el rey y jefe militar.
    La segunda teoría, defendida por autores como E. Service y M. Fried, dice que el paso de una organización simple a otra más compleja se produjo de manera natural (por evolución natural). Según esta teoría, en un primer estadio existían las organizaciones más simples, las bandas, formadas por pequeños grupos nómadas, unidas por el parentesco y sin jerarquía social. Después, gracias a la aparición de la agricultura y el pastoreo, nacieron las tribus, un nuevo estadio natural.


    Los antropólogos estudian los pueblos actuales de cazadores-recolectores que conservan características organizativas primitivas

    Un segundo grado, pues, lo ocuparon las tribus con una economía productora. Dentro de las tribus, los individuos se dividían en pequeños linajes de parentesco con jefes ocasionales de cargo no hereditario, basado en el prestigio (big men). Las tribus se asentaron de manera estable con viviendas aisladas o agrupadas en pequeños poblados.
    En un tercer estadio, se formaron las jefaturas cuya organización social aún se basaba en el parentesco con una jerarquía de linajes según la cercanía a antepasados comunes. En esta fase, el clan de mayor prestigio lo representaba el jefe o cacique que acumulaba los excedentes para repartirlos entre sus familiares. En el momento en el que los jefes acumulaban grandes excedentes podían mantener a los artesanos para que les proporcionase productos de prestigio para intercambiar con otros jefes.
    En un cuarto estadio, apareció el estado como evolución natural de las jefaturas. Los reyes de estado tenían un mayor poder que los caciques de las jefaturas y podían imponer una legislación y utilizar la fuerza militar. Su área de influencia era mucho mayor. Con el estado apareció una nueva agrupación de viviendas, la ciudad, y con ella, el urbanismo.

    El orgullo de dar

    Integrante de una tribu. Imagen: South Pacific Tourism Organisation En algunas tribus primitivas se utiliza un sistema de regulación social curioso: el moka o potlatch, basado en el intercambio de bienes. Por ejemplo, entre los caciques o big-man de Papua Nueva Guinea se celebra una serie de donativos cruzados entre rivales. El juego comienza cuando un big-man da un regalo, generalmente cerdos, a otro big-man al que desea superar socialmente. Cuando el segundo recibe el regalo, queda en deuda y tiene unos años para superar la cuantía de la primera donación y devolverla al primero. Al devolverla, la deuda se mantiene hasta que uno de los big-man rivales no puede superar la cantidad. El perdedor queda definitivamente relegado a una posición social inferior a la de su contrincante.
    El big-man que efectúa el regalo ha reunido su donativo a través de pequeños canjes con sus seguidores, por lo que su riqueza también depende del prestigio social entre su comunidad. De este modo, hay seguidores que, por el motivo que sea, pueden decidir canjear sus bienes con el rival de manera que fortaleciendo a uno debilitan al otro.
    En el caso del potlach, los regalos se realizan en el decurso de una fiesta donde se evidencia la riqueza del anfitrión. Generalmente, las fiestas se celebran con ocasión de eventos familiares como el nacimiento de un niño.

    Miembros de una tribu. Imagen: Louise Clarke

    ¿Un diamante es para siempre?


    ¿Un diamante es para siempre?
    El carbono es un elemento que presenta cuatro formas alotrópicas: el grafito (la más estable en condiciones normales), el diamante, el carbono amorfo y el fulereno. Lo que distingue estas cuatro formas es la organización en el espacio de los átomos de carbono, lo que hace que las propiedades físicas sean muy diferentes. Y es que aunque la composición química del grafito y del diamante sea la misma (únicamente carbono), el aspecto (o, si queréis, la estética) es absolutamente distinta.
    Dibujo de un lápiz, de Kristian BirllachEl diamante es, de lejos, la gema más codiciada del mundo. El precio, ni que decir tiene, tampoco se parece en nada. Con el dinero que necesitaríamos para comprar un solo diamante pequeño, de un quilate (es la unidad de medida empleada en piedras preciosas y equivale a 205 miligramos), nos darían unas 27.000 unidades de minas de lápices.

    La composición del diamante es exactamente igual que la de la mina de un lápiz (pero con una disposición diferente de los átomos)

    Diamante, (c) Max Delson Dureza y pureza

    En el diamante cada átomo de carbono está enlazado con otros cuatro átomos de carbono formando así una red tridimensional. Es de las sustancias más duras que se conocen y, de hecho, encabeza el ranking en la escala de dureza de Mohs.
    Los cristales de diamante son habitualmente incoloros, si bien la presencia de impurezas (sobre todo nitrógeno y boro), así como la existencia de vacantes de oxígeno o defectos estructurales los dota también de sutiles tonos amarillentos, rosados, azules, rojos y verdes. Las impurezas (que los científicos denominan dopantes) hacen cambiar las propiedades eléctricas del diamante, que puede pasar de ser aislante (no conduce la corriente eléctrica) en ausencia de impurezas a semiconductor (puede conducir la corriente si se le aplica un campo eléctrico apropiado).

    Diamantes sintéticos

    Fotografía aérea de la mina de diamantes Ekati al Noroeste del Canadá La extracción de diamantes se ha llevado a cabo desde tiempos inmemoriales en sedimentos fluviales y en minas. El hombre, sin embrago, no se ha dedicado exclusivamente a explotar los diamantes naturales, sino que también ha intentado recrear en el laboratorio las condiciones en que se forman los diamantes en la naturaleza con la finalidad de sintetizarlos. Cuando se aplican presiones del orden de 100.000 atmósferas y temperaturas de 2.000 ºC en presencia de un metal que haga de catalizador (cromo, hierro o platino), entonces se consigue transformar el grafito en diamante.
    Se sospecha que el catalizador forma una película de metal fundido sobre la superficie del grafito, de forma que parte del grafito se disuelve y vuelve a precipitar en forma de diamante, que es menos soluble. De todos modos, hay que decir que los diamantes que se obtienen son muy pequeños y el coste de fabricación es hoy por hoy muy elevado.

    “Diamonds Are a Girl’s Best Friend”Dibujo de Oriol Massana.

    Aunque las leyes termodinámicas indican que el diamante debería transformarse espontáneamente en grafito a presión ambiente, la conversión es tan lenta (millones de años) que es imposible detectar el cambio. Es decir, no es cinéticamente favorable. Esta es la razón por la que se han encontrado y se encuentran diamantes desperdigados por todo el planeta. El proceso de conversión, sin embargo, se puede acelerar.
    Hollywood y toda su maquinaria han contribuido a proyectar la idea que un diamante es eterno. Pero esto no es del todo cierto, no al menos en determinadas condiciones. Cuando se calienta un diamante a una temperatura por encima de 1.500 ºC y en ausencia de oxígeno, entonces se convierte en grafito rápidamente. Si, por el contrario, se calienta en presencia de oxígeno alrededor de 800 ºC se carboniza, es decir, reacciona con el oxígeno del aire para formar dióxido de carbono.
    Via: Eureka