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Alquimia: la antigua ciencia de la transmutación tendría sustentación científica

Para la mayoría de la gente, la palabra alquimia evoca imágenes de siniestros laboratorios medievales en los que viejos brujos, afanados entre retortas y alambiques, destilan pócimas humeantes para dar con la fórmula de la Piedra Filosofal, que habrá de revelarles el secreto de la transmutación de los metales en oro y el elixir de la eterna juventud. La base de la alquimia reside en una perspectiva cronológicamente global que establece una correspondencia entre los metales y los planetas.Pero esta práctica, a cuya devoción se han aplicado hombres de todas las culturas durante miles de años, es algo más que un conjunto de supersticiones. 

El motivo que animaba a tan perseverantes y excéntricos estudiosos era algo más importante y trascendental y que seguramente tenía más relación con el mundo espiritual que con el material. Estaban inspirados por la visión del hombre perfecto, lejos de las limitaciones mentales o físicas, en cuya visión que debían conjugarse la armonía y la belleza. El simbolismo de cada transformación alquímica fue concebido partiendo de la idea de que el hombre, por el hecho de formar parte de la naturaleza, podría ayudar a ésta a acelerar en el tiempo los procesos de la evolución establecidos por los astros. Así, la base de la alquimia reside en una perspectiva cosmológica global que establece una correspondencia entre los metales y los planetas.

La propia etimología del término es confusa y si bien algunos se inclinan por la procedencia árabe, componiéndose el término de dos partes (al-chemia) que haría referencia a las tierras negras de Egipto, otros aluden a que pueda derivar del vocablo griego "chyma", que significa fusión. Las primeras referencias sobre la alquimia las encontramos ya en textos de la antigua China previos a la era cristiana pero su origen, al menos para la cultura occidental, parece hallarse en el antiguo Egipto allá por el 1900 a.C. Allí vivió supuestamente Hermes Trismegisto, figura legendaria a la que se atribuyen numerosos escritos como la Tabla Esmeralda (principal documento sobre la alquimia) o los Diálogos de Asclepio, y que ya entonces se identificaba con la una divinidad poseedora del conocimiento de todas las artes y las ciencias secretas. De este personaje derivaría la palabra "hermético", tan frecuentemente asociada a la alquimia. Por desgracia, sólo unos pocos fragmentos de sus obras sobrevivieron a la destrucción llevada a cabo por Diocleciano en el siglo III y han llegado hasta nosotros a través de traducciones árabes. Parece ser que la alquimia fue ampliamente practicada durante los siglos siguientes y así tenemos noticias dispersas de sabios que la practicaron como Zósimo el Panopolita, Morienus o Cedrennus. Ya en el siglo VIII, Geber (cuyo nombre real era Abou Moussah Djfar-Al Sell) fue considerado como el más grande alquimista tras el propio Hermes y escribió numerosas obras en un lenguaje críptico y misterioso que dificulta su interpretación. Simultáneamente otro árabe, Rhasis, se hizo famoso por su capacidad de transmutar los metales en oro. Alfarabi y Avicena están también entre los alquimistas célebres de su época.

Durante la época de las cruzadas, la alquimia pasó a Europa a través de España introducida por los árabes.Durante la época de las cruzadas, la alquimia pasó a Europa a través de España introducida precisamente por los árabes y fueron numerosas las persecuciones que la Inquisición hizo de aquellos que la practicaban, como es el caso de Pedro d'Apona, acusado de obtener su conocimiento del diablo, o Arnau de Villanova, autor del famoso libro "Theatrum Chemicum". De esta época es también el famoso Ramón Llull, mayorquín al que se atribuyen tal cantidad de escritos que ha hecho suponer la existencia de al menos otro personaje que utilizó ese nombre. Su obra fue conocida por John Cremer, abad de Westminster en Londres, el cual persuadió a Llull de acudir a la corte de Eduardo II y transmutar metales en oro para sufragar las cruzadas. De igual manera que los árabes tradujeron las obras del griego, en la Edad Media se hizo lo mismo al latín, y a estos nuevos escritos se unieron los de grandes nombres de la cultura, que también se apasionaron por el tema: Alberto Magno, Tomas de Aquino o Roger Bacon entre otros. Sin embargo las sucesivas traducciones tenían el inconveniente de que se perdía el sentido de las palabras y el significado original de los símbolos y alegorías. A lo largo del siglo XIV la alquimia cayó en desgracia y fueron numerosos los charlatanes que se aprovecharon de la credulidad de la gente, hasta tal punto que el Papa emitió una bula condenando la práctica bajo pena de muerte, pero esto no impediría que la disciplina siguiera su desarrollo y llegase al Renacimiento, periodo en el que destacó la figura del medico suizo Philipp Theophrast Bombast von Hohenheim, más conocido como Parcelso.Pero a medida que avanzaban los tiempos, los descubrimientos y postulados científicos de hombres como Cartesio y Boyle, aportaron una nueva concepción del mundo basada en leyes naturales, que a su vez motivó la separación definitiva entre física y metafísica. Los alquimistas parecieron no percatarse de que el mundo estaba cambiando y de que su arte tenía los días contados. La moderna química estaba haciendo su aparición. No obstante, y aunque la
relación entre química y alquimia es más que evidente, no puede considerarse estrictamente a como una evolución de la otra. La química es un producto de la revolución científica y hereda tradiciones que tienen que ver con la medicina, la farmacología, mineralogía, botánica y, cómo no, también de la alquimia. A partir del siglo XVIII, cuando comienzan las investigaciones sobre el peso atómico y cuando se formula la ley del principio de conservación de Lavoisier, es cuando los principios herméticos reciben su golpe de gracia pese a que su método de postular siga presente en la nueva ciencia. En un sentido digamos "romántico", los descubrimientos recientes de la moderna física nuclear pueden considerarse el equivalente de la alquimia en nuestros días, pero de una alquimia diferente siempre basada en conceptos científicos. De cualquier manera, ya se quiera entender la alquimia como "arte de hacer oro" o de encontrar nuevos remedios contra los males del mundo, su significado está relacionado con el profundo anhelo del hombre de buscarse a sí mismo, de erigirse protagonista de los hechos que suceden en el Universo y poder, de alguna manera, manipularlos.