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Luciano de Samosata

Luciano de Samósata (en griego Λουκιανός ο Σαμοσατεύς, en latín Lucianus), o de Samosata (Samosata, Siria, 125 - 181), escritor sirio de expresión griega, uno de los primeros humoristas, perteneciente a la llamada Segunda sofística.


La mayoría de los datos biográficos que se tienen de Luciano de Samósata son de fuentes ficcionales, por lo que es difícil determinar la veracidad de los mismos. Según estos se asume que fue aprendiz de escultor; ejerció de abogado en Antioquía, pero no acostumbrado a la vida sedentaria se dedicó a la sofística y recorrió todo el Mediterráneo durante el reinado del emperador romano Marco Aurelio dando conferencias; es muy posible que enseñara retórica en algún lugar del imperio romano. Tras pasar unos años en Roma, donde fue amigo del filósofo platónico Nigrino (159), lo hallamos de nuevo en Antioquía en 163, pero se domicilió en Atenas en 165 y allí permaneció más de veinte años; se cree que escribió entonces la mayor parte de sus obras, en dialecto ático muy puro, y llevó a cabo lecturas de sus obras en ciudades helénicas como Éfeso y Corinto. En el 167 asistió por cuarta vez a los Juegos Olímpicos, donde presenció el suicidio en la hoguera del filósofo cínico Peregrino Proteo quien, expulsado de Roma por insolencia y subversión, había anunciado que se echaría a las llamas en Olimpia. Cumplió su palabra, tras declamar su propia oración fúnebre, arrojándose a la pira. Esta acción no bastó para ganarle la simpatía de Luciano, que describe con desdén la autoinmolación en Sobre la muerte de Peregrino.
Luciano se definió a sí mismo en El pescador en estos términos:
Odio a los impostores, pícaros, embusteros y soberbios y a toda la raza de los malvados, que son innumerables, como sabes... Pero conozco también a la perfección el arte contrario a éste, o sea, el que tiene por móvil el amor: amo la belleza, la verdad, la sencillez y cuanto merece ser amado. Sin embargo, hacia muy pocos debo poner en práctica tal arte, mientras que debo ejercer para con muchos el opuesto. Corro así el riesgo de ir olvidando uno por falta de ejercicio y de ir conociendo demasiado bien el otro.
Su bien afilado cálamo le supuso muchos enemigos y, deseoso de asentarse y no depender tanto de sus conferencias, solicitó y obtuvo un empleo estable y bien remunerado en la administración romana de Egipto: asistente del gobernador para asuntos judiciales; quizá murió en Alejandría poco después de la muerte de Cómodo, en 192.

Obra
Luciano es uno de los mayores genios satíricos de la Literatura Universal. Su ironía ha tenido imitadores en todas las épocas. Utilizó un griego ático puro de gran sabor clásico. Se conserva casi toda su obra en prosa, el Corpus Lucianeum, alrededor de 82 opúsculos de temática muy variada entre los cuales acaso una decena son apócrifos o espurios: Lucio o El asno, Elogio de Demóstenes, Tragopodagra, Epigramas, Sobre la diosa siria, Caridemo, Amores, Los longevos, El patriota, Cartas, Timarión. Algunos añaden además Sobre la astrología, Hipias o El baño y Nerón. Otros, como Bompaire, piensan que son auténticos Sobre la diosa siria y Tragopodagra. Bastantes de las originales son obras retóricas (Elogio de la mosca, Elogio de la patria, Juicio de las vocales) y a veces ronda la autobiografía (El sueño, donde relata su vocación por la retórica, o El gallo) y le tientan la historia (Historia Verdadera, una de sus obras más famosas, donde parodia y satiriza los escritos de historiadores como Heródoto en su tendencia a narrar lo maravilloso sacrificando la verdad; Sobre cómo escribir la historia, que adopta forma epistolar) o la filosofía (La pantomima, El pecador), pero se le conoce fundamentalmente por una serie de desternilllantes diálogos satíricos y morales (Diálogos de los dioses, Diálogos de los muertos, Diálogos de las cortesanas, Caronte el cínico, Prometeo, La asamblea de los dioses, El parásito, Anacarsis) donde se desacredita todo tipo de creencia filosófica y religiosa (entre estas últimas, figura no sólo la religión pagana, sino también la cristiana, que cada vez tomaba más pujanza).
En La almoneda de los filósofos se ataca violentamente la multiplicidad de escuelas de pensamiento. Su producción crítica no se reduce al diálogo, sino que recorre muchísimas formas. Su lucha contra la credulidad no deja de ser recurrente: el mundo está repleto de charlatanes y embaucadores, prestándose las personas a ser engañadas de continuo. Es el caso de obras como Alejandro o el falso profeta (dedicada a Celso), Altercado con Hesiodo, Del luto, El asno, Historia verdadera o Sobre la muerte de Peregrino. En esta última, que tiene como tema a un filósofo cínico de la época, aparece lateralmente Jesús como un vulgar embaucador. Luciano se constituye, pues, en algo así como el Voltaire del mundo antiguo, como lo denominó Engels.